jueves, 3 de marzo de 2011

Territorio Kalinago: Los sobrevivientes del Caribe.



“…eran llamados Caribs no por que comieran carne humana,
sino por que defendían bien su hogar”.

Conquistador Juan de Castellanos.

¿Canibal o Carib?

El otoño pasado, la comunidad indígena de Dominica asumió oficialmente luego de 500 años el nombre de Kalinago. Anteriormente a esta etnia se le ubicaba con el nombre de Carib. La palabra en sí, es un embrollo, ya que el termino existe antes de la llegada de Colón a las islas antillanas, pero con un significado totalmente distinto al que se le dio.

Carib, es un vocablo de la rama yé-tupi-caribe que significa: “Poderoso señor, dueño de esclavos, guerrero valiente”. Desafortunadamente los colonizadores distorsionaron su significado a partir de observaciones sobre algunos comportamientos y costumbres por parte de los nativos, dándole un giro a la palabra y deteriorándola como: canibal, o lo que es lo mismo: antropófago.Todo esto a partir de las tradiciones isleñas de enterrar los huesos de los muertos en la arena para esperar la descomposición de la carne. Ya limpio el hueso, se llevaba a casa para venerar a los ancestros y rendirle culto al muerto. Al parecer, españoles y franceses no vieron esta peculiaridad con buenos ojos al encontrar cadáveres despellejados en las playas, y de ahí la leyenda negra de los antropófagos del Mar Caribe. Así que recuperar el nombre Kalinago de manera oficial (y legal) es un logro simbólico de ésta, la última etnia de las Antillas Menores.

Wai'tu kubuli

El 3 de Noviembre de 1493, entrando al mar antillano, el almirante genovés divisó en el horizonte una isla montañosa en la cuál no pudo atracar sus barcos debido a la topografía asesina y lo fuerte de las corrientes. La nombró Dominica por haber sido descubierta un domingo. Para avituallarse de agua, mandó una pequeña expedición que dio la vuelta a la isla y tocó tierra, eso fue todo. 

Durante los siguientes 167 años ningún europeo pisó Wai`tukubuli que es su nombre original, el cuál significa: “El cuerpo de ella es alto”. Las migraciones iniciales de los pueblos del Delta del Rio Orinoco en Sudamérica, llevaban alrededor de mil años empujando a los Arawak (habitantes originales de las Antillas emigrados de Norte y Centro América) hacia otras islas. Ellos, los Kalinago probaron ser feroces guerreros que usando sus kanawas iban conquistando isla tras isla en la región, desde lo que hoy se conoce como Trinidad y Tobago hasta Puerto Rico y Cuba. A la llegada de los conquistadores el resto de los pobladores nativos en otras islas (arawaks, taìnos, kalinagos) sucumbió a las enfermedades, las sofisticadas tecnologías de guerra, suicidios colectivos y los nuevos asentamientos.

Wai´tukubuli probó ser terreno difícil. La belicosidad probada de su gente fue demasiado para los españoles, franceses e ingleses que en más de una ocasión intentaron hacerse de ella, así que la dejaron a su suerte por años, pasando de largo hacia Guadaloupe o Martinique. Mientras tanto más y más nativos llegaban a la isla intentando escapar a las masacres que se iban cometiendo en territorios isleños aledaños como los que hoy son Saint Kitts o Sta. Lucia.

Para el siglo XVIII, finalmente, una villa europea de origen francés tuvo éxito (1690), la llamaron Roseau y ese fue el principio del fin. Para 1730 la primera catedral católica apareció en el nuevo pueblo; los franceses habían roto el pacto de Aix-La-Chapelle (1668) en el que se reconocía a la isla como posesión amerindia. Para empeorar la situación, después de la Guerra de los Siete Años (1756-1763) en Europa, que enfrentó a los superpoderes de la época y que concluyó con el Tratado de París en 1763, se otorgó Dominica a la corona Inglesa. Ya en el año de 1768 el comercio de esclavos había importado cerca de 41,000 africanos para su posterior venta en las plantaciones, lo cuál acentuó la presencia foránea así como el desvanecimiento de los indígenas, a excepción de un pequeño territorio en la región noroeste alrededor de la población de Salybia. 

Iniciado el siglo XIX, se registraban apenas unos 200 Kalinago y su número seguía disminuyendo, la extinción parecía irremediable. Por darnos una idea de la destrucción, un poblado cerca de la capital ostenta el nombre de Massacre.

En 1902 Sir Henry Hesketh J. Bell quién era el Administrador de Dominica, otorga a la población nativa el derecho sobre el Territorio Kalinago (3600 acres entre lo que hoy son las villas de Atkinson al norte y Castle Bruce al sur). Los límites fueron anunciados el 4 de julio de 1903 en La Gaceta Oficial de Dominica, más, establecer el territorio no fue del todo exitoso, esto, a partir de la falta de claridad en el estatuto que se otorgó a los Kalinago como vecinos…¿O súbditos de la Corona? Esto en función de una interpretación distorsionada del espíritu de la ley inglesa, que confabulaba una tutoría sobre los pueblos nativos, considerándolos de menor capacidad intelectual para organizar y distribuir el beneficio de su tierra. Jamás quedó claro y firmado si el otorgarles este territorio era interpretado como una renuncia al derecho sobre el resto de la isla (que ya en ese momento se encontraba a la venta en los mercados de bienes y raíces de Londres) o si se consideraba su autonomía dentro de el mismo sin extender el dominio sobre sus personas. Para el Imperio era claro que ni eran vecinos ni habitantes originales, y en consecuencia actuaron.


La Guerra Carib de 1930

Wai`tukubuli, Indias Occidentales

Petición del 10 de Agosto de 1930.
Saludamos y expresamos nuestra lealtad a Su Graciosa Majestad Jorge V Rey de Inglaterra e Irlanda y de los Dominios y Colonias de Ultramar y Emperador de India.

Suplicamos a su Majestad:

La restauración de nuestros antiguas reglas y privilegios que habían sido ya acordados con su difunta Majestad Reina Victoria y que ilegal e injustificadamente han sido despojados de nosotros desde 1926. Por antiguos privilegios significamos que dentro de los límites de nuestro territorio el Jefe nuestro es elegido en concordancia con nuestras tradiciones, de tal modo que él administre la fuerza y la justicia sin interferencia de las autoridades Británicas .excepto cuando el Jefe nuestro lo pida o la mayoría de la población Carib lo solicite. Además que la población Carib que habita dentro de el territorio concedido esté exenta de pagar cualquier impuesto, con la única obligación de mantener abierto el camino en la parte que cruza nuestra reserva. FINALMENTE, solicitamos de su Graciosa Majestad que nosotros los Carib, hemos sido siempre leales al dominio Británico de la isla y hemos vivido siempre en paz y en armonía con las autoridades de su Majestad y recordamos que desde el inicio de la historia escrita, esta isla ha sido nuestro hogar y que hoy, viviendo en una muy pequeña sección de la misma, nosotros los últimos de nuestra raza, hemos sido reducidos a un estado de pobreza en el cuál sólo podemos enfrentar nuestra extinción. Estamos convencidos de que nuestras peticiones convencerán a su Graciosa Majestad sobre la urgencia de tomar medidas que aseguren respeto, reconocimiento y protección de su parte.

Firmado Thomas J. John
Jefe Carib.

Un viernes 19 de Septiembre de 1930, por la mañana un grupo de policías llegó a la reserva para confiscar alcohol, tabaco y otros bienes por ser adquiridos de contrabando en las islas aledañas (esto nunca se confirmó). Esa fue la acusación y el resultado fue: cuatro indígenas heridos por arma de fuego, dos muertos, el arribo del barco de la Armada Real H.M.S Delhi, para apoyar con marines, así como a trazar con luces de bengala la operación, la captura del jefe Thomas “Jolly” John y su posterior reclusión en una cárcel de la capital, la desaparición de documentos otorgados en tiempos del Rey Jorge III que acreditaban los convenios adquiridos por su majestad, así como la desaparición del cargo de Jefe Kalinago hasta que este volvió a ser restituido en 1952.

La respuesta del nuevo administrador Edward C. Eliot:

“Los nativos han perdido todo rastro de su cultura, no hablan ya su lengua, ni visten de algún modo que los distinga del resto de los habitantes de la isla, tampoco mantienen algún canto ritual ni ceremonias, deberían aceptar de una buena vez que lo mejor para ellos es asimilarse y que como súbditos de la Corona Inglesa no están exentos de pagar impuestos ni de comportarse al margen de la ley que nos rige a todos. Así también, mantener una política para conservar los restos de su cultura, tienen poca simpatía en la Oficina del Departamento de Estado para la Administración de los Territorios Imperiales de Ultramar”.

La única respuesta real a las peticiones, fue la construcción de una estación de policía, que fue, hasta mediados de la década de 1980, el único edificio con electricidad en toda la reserva.

Un futuro negro para el Territorio Kalinago

Llego a la parada del bus del lado de la ciudad donde estuvo el mercado de esclavos. Ahí están los camioncillos que lo llevan a uno a la costa Atlántica. Cabe mencionar que la población aquí en la capital salvo excepciones, es toda de origen africano pero una vez encontrado el sitio donde toma uno la vagoneta que va para allá la cosa cambia; se distinguen, si, aquí hay indígenas. El chofer me pregunta de dónde vengo y a dónde voy, al obtener mi respuesta automáticamente hace un chiste sobre ello: “Soy azteca de un lado, maya del otro y Kalinago de la mente” mientras se toca los genitales. Subimos cerca de seis personas al bus, todos afros, a excepción de la mujer del chofer, una india kalinago y otro chico que es mestizo de indígena y africano. 

Iniciamos el viaje en su nave llamada “Indigenous II” con rumbo a Baranà Autè. Llevamos más de una hora de viaje cuando paramos en una villa, Castle Bruce, justo en la línea que marca el inicio de el territorio. Toda la gente que venía en el bus baja aquí, excepto un afroantillano, que toma su distancia y se torna serio y callado. El terreno cambia y comenzamos a subir por empinadas colinas. 

Sería difícil discernir en qué momento, más, al pasar un pueblito llamado Senekú, el cambio es profundamente marcado: niñas de pelos lacios van a la escuela, las mujeres cargan costales, los hombres son mucho menos altos, morenos-rojos-tostados, aquellos con razgos negroides tienen la piel clara además, el acento del inglés es más suave y sobre todo, algunas casas mantienen la hoja de palma como material predominante en sus construcciones. Son callados, no hay algarabía. Silencio.

Y con todo, los romanticismos aquí no caben, no existe ya, por decirlo así, una cultura. El chofer sube el volumen de su radio en el que suena Bob Marley. Más tarde arribamos a Baranà Autè, un pequeño parque que recrea muy vagamente el modo en que fueron las villas hace 700 años. Alrededor de este concepto, se plasma la búsqueda de una identidad ya inexistente; una mestiza negra-kalinago me da el tour. Sin embargo en menos de 20 minutos ya hemos recorrido el lugar y apenas ha respondido a alguna de mis preguntas. Se queja de no saber más sobre la historia de su pueblo, sólo se concreta a darme lo que viene en cualquier guía de turistas que encuentre uno en la red. 

Le hago dos preguntas concretas al final: ¿Porqué no hablan su idioma?¿Cuál es el futuro para la gente de el territorio? Responde diciendo que los ingleses nunca confiaron en ellos y en respuesta los Kalinago nunca les enseñaron su lengua, bajo la misma lógica, ellos dejaron morir el idioma, para ser aceptados. A la segunda pregunta, me contesta que una vez un jefe propuso que sólo se casarían entre ellos, pero la población se rehusó, alegando que eran libres de hacer lo que quisieran. Concluye diciendo: en 20 años seremos todos negros.

El territorio sobrevivirá; el primer abogado se ha recibido, mujeres asisten a ser capacitadas como enfermeras, un programa de asistencia médica está en marcha. Ahora, la búsqueda de sus raíces está empanizada de new age y fomentada por la industria turística de Dominica, y con todo, poca gente viene a visitarlos. Viven aislados dentro de una isla. Permanecen en todo caso, la manufactura de canastas y la producción de pan de harina de tapioca pero nada más. Conservan la conciencia de saber que ellos habitaron aquí antes y que seguirán aquí por mucho tiempo más. Saben, sobre todo, que Dominica los necesita para asegurar el prestigio de ser la última isla con población nativa, la cuál ronda los 3000 individuos, siendo apenas, el 2,9 % del total del país. 

Como me dijo Albert, un Kalinago: “A diferencia de los indígenas en el continente, nosotros no tuvimos a donde correr. Han venido Mohawks de Canadà y Seminoles de Norteamèrica con dinero, más no somos hermanos (…) apenas una curiosidad antropológica”. Pienso, al beber mi cerveza "Kubuli: Dominica`s Pride": Nunca fueron "buenos salvajes", al contrario, pero ahora su territorio ha sido convertido en un zoológico. 

El sol se pone dejando ver un destello color verde al final. Los antiguos esclavos son hoy día los dueños de la isla, al tiempo que los sobrevivientes del Caribe se refugian en su soledad, siendo esta su victoria: seguir vivos y en paz. O como reza irónicamente esa placa en el malecón de Roseau: 


"Los Británicos estuvieron aquí. Gracias a Dios".